Solo eso.

Como ese insignificante momento
de un leve movimiento lento
que surca el aire inquieto
posado en tus labios terco.
Solo eso.






(Quiero ser el truco de tus trampas, quitarme el miedo, jugar tu juego, hacer lo que no quiero, para que me quieras como yo quiero. Ricardo Arjona )

Fuego en el cuerpo.

Se encuentran unos ojos
se miran, se traspasan,
se mueven unos labios
se humedecen, se agitan,
los cuerpos se aceleran,
la sangre hirviendo,
dos corazones emocionados,
cuatro manos acariciando
y mil emociones correteando
vibrando sobre un fondo
de mutuo placer perverso.


(Cuando las ganas son mutuas, la pasión es doble.)(...)                                                  

Sentimiento miedoso.

En un corazón, oprimido,
un sentimiento tapado,
ocultado al mundo,
se agita, violentamente, 
pero nadie lo advierte,
profundamente,
sepultado en un pecho,
echando raíces, cerrado,
escondido,
detrás de un suspiro,
se queda ahí, moribundo.

(Si no expresas tus sentimientos, dime ¿Para qué los quieres?)(...)

Mundo diferente.

Correremos detrás del viento,
confundidos con su fresco,
hacía donde se detiene el tiempo,
a ese lugar maravilloso e incierto,
donde la lluvia resbala
transparente sin mojarte,
donde el sol caliente
lanza rayos sin quemarte,
donde el arco iris se queda
en el horizonte para siempre,
sin pesadilla,
sin pena, sin lágrima,
a ese mundo diferente...


(Olvidarte sería quedarme sin sueños.)(...)

Otoño dulce otoño.

Y ahora como siempre
el otoño, vuelve,
y trae su olor, desafiante,
su aroma envuelto
en el tiempo,
el crujir de la hoja
al pisarla,
la lluvia que empieza,
el olor de la tierra mojada,
el atardecer de fuego
en el horizonte,
surcado de nube, ardiente,
el cielo que se vuelve espeso
con su fondo de estrella, luciendo,
al amparo del fresco 
del momento,
viento suave que se remueve
agitando su aroma diferente.

Pequeños instantes, grandes momentos.

Un instante que se llena de deseo,
dos labios pegados,
tres suspiros que se escapan solos,
cuatro manos que se van uniendo,
cinco mil besos compartidos,
seis minutos enloquecidos
bailando al son 
de un doble corazón 
en un baile sin razón...

Escúchame.

Escúchame,
con el ruido de mi paso
en la calle solitaria,
bajo el atardecer
de este otoño
disimulado por volver,
con el fresco pegado
a mi piel,
los ojos cerrados al ayer
y la sonrisa pintada
a punto de perder,
hablando en silencio
paseando por ese sitio
sin saber 
donde van mis pies.
Escúchame.

(No ser escuchado no es una razón para guardar silencio.)(Víctor Hugo)