Te encontré sin buscarte,
entre los cálidos rayos de sol
de este invierno decadente,
te bebí como lluvia transparente,
luna llena de noche serena,
sangre ardiente recorriendo
mi cuerpo moribundo,
y me llenaste de puro consuelo,
perfumada de exótica flor viviente
en mi campo de soledad permanente,
ráfaga de frío viento
que pasó fugaz y muerto,
dentro de mi realidad demente
que al querer simplemente rozarlo,
me quemaba el rostro helado,
perdiéndolo en un suspiro
de vaho escarchado...
Te iré olvidado poco a poco
todos los días un ratito...
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