Y una noche, de golpe,
ves pasar,
una estrella fugaz,
de esas,
de las que son reales,
de las que se quedan iluminadas,
que bajan del cielo
sin previo aviso,
para alumbrarte el camino,
Y entonces sabes,
que tienes que apretarla fuerte,
que no te quema,
aprisionándola contra tu pecho,
meterla dentro,
en tus besos, mojarla,
en tus caricias, salpicarla,
en tu piel, impregnarla,
aunque sea ese momento,
de esos,
que duran todo un firmamento.
(Y ningún soñador es pequeño y ningún sueño es demasiado grande.)(...)
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