22 abril, 2013

Aprendiendo.

Sé ordenó no derramar
ninguna lágrima innecesaria,
ocultaría sus ganas de llorar,
delante de gente inapropiada,
su pena...
solo para el que la entendiera.
Sé prometió no dejar salir
su alegría al reír,
entre amistades falsas
que anularían su sonrisa,
con hipócritas palabras,
sus ganas de ser feliz,
solo...
para el que la supiera sentir.
Y aprendió,
a no dejarse llevar por los demás,
aprisionada entre multitudes conformes,
en una celda de barrotes deformes.
Y afirmó,
que esa sociedad,
a ella,
y a su libertad,
no le quitaría
sus ganas de surcar el cielo,
libre como ave en vuelo...

(No hallé como quien ser, en ninguno. Y me quedé, así: como ninguno. Antonio Porchia)

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