Esos puntos suspensivos
dentro de una vida,
que siempre estan vacíos.
Desconocidos que se mueven,
al compás de una cometa,
según el viento que la lleva.
Quien se queda.
Quien importa.
Quien te deja huella.
Con risas y alegrías,
con llantos y penas.
Quien nunca importó,
porque se fue como llegó,
aire agitado y rápido.
Quien no importará más,
leve recuerdo dejado
que se evapora como el humo.
Quien el tiempo borró
para siempre jamás,
sin más comentarios,
Y quien siempre importará,
porque se quedó viviendo
en el alma y la puerta cerrada.
(La vieja mano sigue trazado versos para el olvido, Jorge Luís Borges)
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