12 febrero, 2014

Erase una vez un 12 de febrero, dentro de un invierno...

Me derrito,
como se derrite
la compacta nieve,
cuando ya corre liquida,
sobre una llama de hoguera,
ardiendo,
con el chispeo seco
de un tronco que se deshace,
violentamente,
contra su resplandor en mi mente,
llena de tu recuerdo,
helado y ardiente,
como siempre.
El fuego me consume...
fríamente.

(Todos los días te quiero y te odio, irremediablemente.)       (Jaime Sabines.)

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