Enemigo número uno.
Eres ese pensamiento incierto
que se estrella contra mi cuerpo
atropellado contra mi pecho,
a cada momento,
a diario,
sin mirar hacía ningún lado
sin que pueda dejar olvidado,
pesado y enfermizo
se queda quieto ahí dentro,
y eso que siempre intento
cerrar la puerta a ese sentimiento,
por que ya no es bienvenido
por que ya no es querido...
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