11 abril, 2015

Permiteme.




Permiteme,
ser el suspiro que se escapa
de tu boca al recordarme,
el motivo de tu sonrisa,
el sol que sale
después de tu día de lluvia,
un arco iris en tu vida,
la cura de tus heridas,
el alivio de tu día cansado,
en la oscuridad una luna llena,
alumbrándote,
en tu noche solitaria,
el calor de tu sabana fría,
permiteme,
ser ese tatuaje
que se impresa en tu piel
y tu sangre,
pegado a tu cuerpo para siempre.


2 comentarios:

  1. Rebuscando en el arcón de tu blog, entre sus mil colores, siempre aparece un poema nuevo. Uno lo pasó por alto, quizás por una lectura demasiado ansiosa. Pero ahora sorprende, llega, impacta. Y uno se pegunta fascinado: ¿Pero, esta niña, como puede leer así el corazón?.

    Esa poesía tuya, saeta y venablo. Al modo de Gustavo Adolfo Bequer. Aunque con tu sabor. Sencilla, directa, sin floripondios, ni añadidos barrocos, que atraganten su digestión. Sin disfraz, corsé o mentira. Sin lazo, ni envoltorio. Sentimiento en rama. En vena. Directo a lo más hondo...

    Si, tu blog es una suerte de nectar, de ambrosía, para el alma. Tu verso ágil, da de comer al hambriento cuya hambre no es de viandas. De beber al sediento, de esa sed, que no puede saciarse con toda el agua. "Permíteme (…)" Como no abandonarse, rendirse, sucumbir a ti. Para renacer, con tu fuego, de las cenizas.

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