Algo.

Y de repente...
me giré y le miré
de una forma diferente,
aparqué mis alas cansadas
y me quedé allí, pausada,
como hipnotizada,
esperando que me dijese
aunque fuese algo.
A la izquierda de mi pecho,
todo palpitante,
se hizo un hueco, sofocante,
y me quedé allí, plantada,
como abandonada,
y hasta quizá algo consternada,
esperando que me dijese
aunque fuese algo.

 (Y aunque siempre seamos nada, seremos algo.Algo mucho más grande de lo que alguna vez nos permitiremos ser.)(...)

Una flor.

Yo te dí una flor;
la que crecía sin prisa,
entre mi pecho
palpitando con mi corazón,
regada con mi ilusión
abonada de cariño
y demás fantasías de amor.
El otro te dio;
un ramo completo,
cargado de toda emoción.
Pensaste que él, era mejor.
Y lo que no sabías,
era que él tenía
más jardines de esa dimensión,
y yo, solo tenía
esa única flor.

(Si tuviese una flor por cada vez que pienso en ti, podría caminar por siempre por mi jardín.)(...)

Magia sin truco.

Y te pensé,

imaginándote entre los destellos

que lanzaba la luna llena,

que esa noche brillaba,

vacía de todos

llena de nosotros,

cuando aún no estabas

y sin apenas verte,

ya noté tu aroma

envuelto en mi sombra,

dándome  vueltas,

único y diferente,

auténtico e irresistible,

y sin hacer nada

ya sabía que serías algo,

en aquella noche perfumada

de estrellas estrellada.

(Aquí estamos los soñadores, los ingenuos, los que aún creemos  en la fuerza de las palabras.)(...)

Cóctel.

Toda clase de sensaciones
metidas dentro de un bote,
se cierra, se agita,
se oprime, se remueve,
cóctel de emociones,
agridulce de decepciones,
trocitos de melancolía,
con agua de lágrima,
polvos en besos,
dulce de comienzos,
rociado de enredos,
salpimentado de consuelos,
gotas de alegrías,
raspadura de penurias,
cargado de amores,
aguado de desamores,
mezclado de motivaciones,
así esta en el pecho...
el corazón, cociéndose
a fuego lento.



(Escribir es contarle a todos lo que te dijo la soledad.) (...)

Me tocaste... y me fui contigo

Simplemente perdida...

detrás de la sombra

que se va moviendo

según ese astro sol,

que va pasando, 

al ritmo de su lento

vaivén cotidiano,

de día tras día

que siempre va atardeciendo

y a la luna

después le cede el paso,

cuando está llena

y nocturna como ninguna,

encima de su sombra puesta

y todavía perdida...

No tengo espacio para tanto vacío.

Vuelves, tan inesperadamente,
de nuevo vuelves,
con tu fachada de melancolía,
tu interior de filosofía,
con una historia nueva a cuestas
salpicada de amor a pinceladas,
arrastrando tu soledad dolorida
bajo una manta de invierno,
detrás de tu disfraz escondida
supuesto príncipe enamoradizo,
a medias galante,
caballero sin escaparate,
artificial, superficial.
Vuelves, tan tranquilamente,
vuelves,
a recoger por el camino
los trozos de un corazón roto
sin saber que hace tiempo
logró sobrevivir solo.

(Nosotros, los de antes ya no somos los mismos. Pablo Neruda)

En pocas palabras.

Tanto como ese cielo oscuro,
claro de verano intenso
cargado y repleto de luceros
que brillan en la noche tercos
sin que nada de nada 
pueda jamás fundirlos.

Tanto y tanto como si toda
esa ligera y espesa magia
se quedara siempre reflejada
tan solo y mucho alumbrando
en una pequeña y gran llama,
que ni el mismo firmamento entero
nunca pueda moverla de su sitio.

(Te quiero tanto, tú lo sientes, ¿verdad?. Julio Cortázar)