Y entró el sol,
caldeando,
la habitación oscura,
donde yo dormía
como cuerpo sin alma,
una ventana se abría,
una brisa que despertaba,
una lluvia que caía,
una hoja que se movía,
un corazón adormecido,
y a lo lejos...
un relámpago
que retumbaba,
dentro de un pecho,
lleno de restos,
suspiros... besos...
volando por el cielo,
y entre eso y yo...
unos labios aprisionados.
(Cuántos besos se quedan en los ojos que miran una boca. Julio Cortázar)
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