Y había más camino,
para seguir andando,
aunque fuese cojeando,
o incluso arrastrando,
aunque las piedras,
se fuesen gastando,
al roce de sus pasos,
algo cansados,
y las hojas secas,
a su lado,
le iban indicando,
en línea recta...
hacia arriba...
cielo abierto...
al horizonte directo...
(¿Dónde termina el arco iris en tu alma o en mi horizonte? Pablo Neruda)
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