Paseaba sola al lado de aquel río, después de la lluvia, los arboles bajo ella con sus pocas hojas, amarillo tostado, en sus tallos, y las otras, en el suelo ya dormidas, con su suave crujido, acariciando, a sus pies tranquilos, y en lo alto de fondo azulado, con alguna nube blanca, paseando, un sol discreto, saludando. (Tranquilo corazón, mira que la soledad, no daña, no juzga, no mata, no humilla.)(...)
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