Unas manos que acompañan unos labios,
que queman
como el primer sol,
cuando entra con fuerza
en la nueva primavera, tan esperada.
Unas palabras congeladas,
como la lluvia,
cuando cae fría,
en la otra cara de esa estación loca.
Un cuerpo que abriga
como en una manta, bien tapada.
Un silencio que enfría,
como la nieve caída,
en el pasado invierno.
Con un sol que no cruza,
el cristal de una ventana cerrada,
en una habitación helada.
Y en un rincón olvidados,
dos mentes confundidas
llenas de pensamientos locos,
aprisionados,
en un cerebro cuerdo.
(Cuando creíamos que teníamos todas las respuestas, de pronto, cambiaron todas las preguntas.
Mario Benedetti)
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