Llegó el ocaso del verano,
como ave de paso de cada año,
con sus mañanas vivas,
sus días luminosos,
las tardes infinitas,
y su anochecer en fondo naranja intenso,
aires cálidos en sus noches tranquilas,
sol poderoso, lento,
surcando el cielo,
entre recuerdos de pueblo
pintado de blanco deslumbrante,
me muevo, acalorada,
mirando rincones
que vuelven a llenarse,
entre luz y colores,
vieja gente que regresa,
terrazas al aire libre,
copas entre amigos distantes,
verano loco e indulgente.
(El verano observa el horizonte oeste, entre el fin del atardecer y el inicio de la noche, el cielo rojo a tu corazón vivificará y a tu alma estremecerá. Miguél Visurraga Sosa.)
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