14 enero, 2014

No se te puede olvidar.

Y te recuerdo,
entre las ramas desnudas
de los arboles tristes,
con el sonido de la lluvia,
cuando cae suave
y a veces hasta salvaje,
sobre la tierra mojada,
llorándole, exhausta.
Por donde los recodos
del frío invierno,
se agita en su aire
de espacio helado.
En el brillo de la luna cansada,
cuando se escapa furtiva
debajo del montón de nubes plomizas.
Contra el grisáceo del cielo.
Entre el escrito de mis versos.
Entre mi alma sin duelo...



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