Se va asomando despacio,
muy lenta,
por el claro del cielo,
por la noche en el oscuro,
entre el tejado
viviendo en la ventana,
como si no ocurriera nada,
delgada y solitaria,
buscando el sol de verano,
el calor y su sosiego,
la luz y su sustento,
el agua de mi regadera,
y mi mirada puesta en ella,
día a día, regándola,
crece única y mimosa,
mi margarita púrpura.
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