23 junio, 2017

Tú, y otro verano.

Tú, en la noche encerrado
a la sombra 
de esa luna llena
en el cielo plateado
intenso como ella,
alumbrado, 
circulo de fuego,
sentimiento pasajero,
Tú, andando
en la orilla
de la arena
blanca y fina,
como fantasma 
en mi mente dibujado,
agua salada,
brisa marina,

Tú, como siempre viviendo
a golpe de recuerdo
en mi mente instalado,
tú...olvidando todo al momento.

3 comentarios:

  1. No envaines la pluma, que con tanta luz esgrimes, en la muerte perezosa del silencio. Y sumas al mundo en la mediocridad del gris. Del blanco y negro.

    No calles. No enmudezcas. No desnudes tus palabras de poesía. De atardeceres. Ni le niegues, tampoco, los rosas y naranjas, al amanecer.

    No dejes de pintar. De escribir. De crear. Permite que principie el día. Que se retire, a tu paso, avergonzada, la noche. Y que el invierno se derrita.

    Salpimienta el cielo de estrellas. Mana. Fluye. Llora. Ríe. Siente. Vibra. Florece. Vuela. Estalla. Inunda el firmamento, en su infinito, con la magia de tu yo. Con tu pasión, que mudas en sueños y fuegos artificiales.

    Afila el lápiz. Agota exhausto al teclado. Perfúmalo todo de malvaloca. No te rindas antes del mañana, que un día será hoy. Despliega tus alas. Moja tus pies desnudos en el mar.

    Y riega con tu duende los desiertos. Para que la tierra yerma, se vista de verde. De hierba. De esperanza. Y el caminante beba la vida en tu fuente. Descanse en este oasis. En este blog. Y vuelva a soñar...

    Julio pasó, como caen las hojas secas en otoño. Hojas blancas, desnudas y muertas. Sin sombra de tu tinta. De tu sempiterna primavera...

    No apagues la música. No contengas el aliento.

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  2. Una flor, no hace quizás primavera. Pero la primavera nunca se dirá derrotada, mientras quede, erguida, una flor. Mientras la malvaloca trepe vigorosa. Desbordando, desafiando la pétrea infinitud del imponente muro gris de la ceguera. Y el corsé asfixiante del porque, que pone coto al horizonte. Que cercena las alas a la imaginación, que sin embargo, vuela. Coches, bocinas, gritos, estruendo... Se oía todo en el mundo, menos tu caminar. Menos tu blog. Menos el repiqueteo alado de tus pasos, vistiendo de notas el silencio. Colgando colores, dibujando sensaciones, sembrando de oasis el desierto. Vistiéndolo con la desnudez intensa, pero pausada de tu yo. Torrente furioso. Y plácido meandro. Poetisa y musa. Soslayo del caminante, extraviado, que vaga al azar perdido. Sin rumbo. Sin otra luz que tu estrella... ¡Y aun te asombra que llamen a tu puerta!

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