Su sitio está
donde la sostengas
cuando caiga,
donde si no te da tiempo
llegues al suelo
y estéis los dos
allí tirados,
donde las lágrimas
se limpian de barro,
donde los dos
estéis ensuciados
y después de la lluvia
contéis estrellas,
aunque este oscuro,
aunque este nublado,
su sitio está
donde los dos
solo seáis uno.
Ojalá tus versos no me emborracharan, no me noquearan así... Pero tienes el extraño don de traducir a palabras lo que apenas se acierta a expresar. Lo que da vértigo mirar. Aquello que uno más teme y más desea. Eres una suerte de sibila, de sacerdotisa extraña del yo. Misteriosa y mágica. Lejana y distante. Próxima y perturbadoramente cercana, a la vez. Un angel de la guarda que esgrime a modo de espada cauterizadora, entre sus labios rojos, afrutados, sensuales, húmedos, carnosos, con gracia infinita, la sencillez de un lápiz.
ResponderEliminar