Y sé quedó con las ganas,
en aquella tarde sombría,
con las ganas de chillar mil cosas,
que en su garganta ardían,
que fuego escupían,
le quemaban, le abrasaban...
Y sé quedó con las ganas,
de manifestar
lo que su cuerpo sentía,
hechos que le consumian,
palabras que le corroían,
en su estómago oprimidas.
Y esas ganas ...
se quedaron dentro de su alma,
solas y encogidas,
infectando,
una pequeña gran parte
de su espíritu confundido.
(Todo deseo estancado es un veneno. André Maurois)
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