Como cuando estaba Julieta,
con la vista perdida,
en el hueco de la ventana,
esperando ver llegar a Romeo,
dentro de su corazón, impregnado,
sin pensar en su futuro,
que sin duda seria incierto.
Como el gran primer amor,
que nunca se olvida,
cuando cupido se echaba a volar,
con sus flechas directas,
donde más te dolía.
Como ese simple primer beso,
con sabor a verguenza y caramelo,
que nunca pasaba de los labios sedientos.
Como un día de San Valentín,
vacío de rosas color carmesí.
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