Y comenzó
a sacarle brillo,
a su pequeño rinconcito,
lo decoró,
lo iluminó,
lo perfumó,
le sacó lo añejo,
lo dejó limpio,
impoluto,
de recuerdos atravesados,
lágrimas secadas,
penas remendadas,
ideas mortificadas,
días oxidados,
noches despiertas
sueños dormidos,
momentos exhaustos
bajo nubes de invierno,
pasado pesado
que costaba descargarlo.
... Y salió la primera flor
y una nueva ilusión,
llenó su rincón,
flamante jaula nueva
puesta de cara al sol...
(Cuando dejes de temer a los vacíos ya no sentirás el impulso de llenarlos con cualquier cosa.) (...)
* Alejandra pizarnik
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