31 mayo, 2012

Rosado intenso.

Y perturbabas mis noches tranquilas,
interrumpiéndolas,
tirando piedrecitas
en los cristales de mi ventana.
Con la persiana subida,
te esperaba,
bajo una suave brisa
de olor, que perfumaba.
Y brillaba la luna,
lanzando destellos
de estrellas encendidas.
Y me asomaba entre la buganvilla,
rodeada de hojas en rosado intenso
y convertías en realidad
todos mis sueños locos
y después tendría pesadillas,
pero de las de rosado intenso,
volando sobre algodón de nubes
resbalándome, deslizándome,
en un tobogán de sensaciones
y suavemente me estrellaba,
en todos los pétalos caídos,
lanzados al viento
de la buganvilla en rosado intenso.

(Los sueños se hacen a mano y sin permiso.Silvio Rodríguez)

24 mayo, 2012

Perdida en la ciudad.

Cuando la hierba verde brilla intensa,
con el sol de escolta,
algo mojado el cielo,
después de algún día de lluvia.
Cuando el azul está abierto en lo alto del techo.


Cuando el color de la flor
recién nacida, da alegría.
Cuando mi ciudad
salpicada de mar
sabe a sal.
Cuando el bullicio de la gente,
me distrae la mente.
Cuando el calorcito de mayo,
se queda en la piel pegado.
-Paseando sin prisa,
andando sin pausa,
perdida en mi ciudad
con olor a brisa de mar,
sintiéndola, serena,
sentada en cualquier bar,
tranquila, dejándome llevar.- 
Y cuando llevo todas las sensaciones,
bien guardadas,
en mi mochila, aprisionadas...


20 mayo, 2012

Una de neurona femenina tonta.

Que importa mi nombre,
cada día tengo uno diferente,
escrito en papel transparente
que resbala y se transporta,
hacía ninguna  parte.
Mi nombre es color y vida,
una flor con espinas,
mi nombre es brisa 
que se vuelve huracán perverso,
poesía en movimiento,
lapices gastados,
papeles al viento, 
que se queda trasnochado
en el rincón amueblado
de un pensamiento.
Rozando el límite, sin llegar a tocarlo,
rellenando los días de vida
las noches tapadas de locuras,
y en el pequeño espacio que queda,
escribiendo mi nombre
en el vaho que deja mi aliento,
en los cristales de mi ventana,
con vistas hacía un lugar sin nombre.

(La locura, a veces, no es otra cosa que la razón presentada bajo diferente forma.
Johan Wolfgang Goethe)



16 mayo, 2012

Esa cobardía.

Cobarde,
por escupir palabras
de fuego y lava,
dejarlas pegadas en la piel,
impregnadas,
y después arrancarlas
 como si nada.
Cobarde,
por compartir grandes momentos
y después achicarlos
dentro de tu puño cerrado,
rompiéndolos a pequeños trozos,
mirando al espejo 
de los reflejos falsos,
cristales clavados...
sangre derramada...
corazón roto...

(El amor y el odio no son ciegos, sino que están cegados por el fuego que llevan dentro.            Friedrick Nietzsche.)

12 mayo, 2012

Un momento, que duró demasiado.

Una parte de una mañana,
que se quedó colgada
en el hueco de una ventana cerrada.
El humo de un cigarrillo,
que dejó surcos grises,
envenenando el momento,
contaminando el blanco del techo.
Unas palabras a medias ,
dichas en voz baja,
que no entraron en su sitio
de uno dientes blancos
de labios abiertos.
Un juego solitario y aburrido,
sin sentido,
que perdió sin haberlo ni jugado.
La lluvia amenazando 
en un cielo a ratos,
intenso, negro y cargado,
que no dejó escapar ni una gota,
para suavizar aquel momento.
Un reloj que corría contra el tiempo,
unos momentos lanzados 
al cielo cerrado.
Una locura que se fue
como había llegado,
sola al lado de su sombra,
su única compañía

(Cada día sabemos más y entendemos menos. Albert Einstein.)

06 mayo, 2012

Dos minutos.

He estado pensando en ti,
dos largos minutos.
Dos minutos metida en mis escritos,
jugando con las letras,
bailando en mi libreta,
con mi lápiz dándole cuerda.
Dos minutos con la vista distraída
cuando sale un rayo de sol,
después de un rato de lluvia,
dos minutos embelesada,
mirando por la ventana,
viendo las gotas brillar,
dos minutos de reflejos dorados
que salen disparados,
de dentro del cielo gris,
que se ha vuelto azulado.
Y miro mi reloj de minutos apretados,
en mi pulso acelerado,
en estas horas abstraídas
de pensar en ti...
dos minutos de cada cinco.


(El tiempo no es sino el espacio entre nuestros recuerdos.Henry F. Amiel)

02 mayo, 2012

En la lluvia de abril.

Y se fue la lluvia de abril,
con sus gotas en tono gris,
cayendo sobre las hojas
dejando el verde en los arboles.
Adiós al azul del chaparrón,
que dejó mojado a un corazón,
sin paraguas y atormentado.
Adiós al fresco de la primavera,
que dejó enfriada
a un alma helada y sin abrigo.
Cuando la tormenta 
se vuelve tan violenta,
que escupe granizo,
quedándose en el camino acumulado.
Cuando esos trozos de hielo,
se vuelven violáceos
en los ojos amoratados.
Días y noches de lluvia fría,
que dejan charcos amarillentos
en el cuerpo duro y oxidado,
del color rosado de la vida.