Y entraba una suave brisa,
pequeño huracán metido en su vida,
después del sol de verano,
pasajero de ida y vuelta,
que le dio frío a su cuerpo,
ahora se transforma
en una nítida caricia de otoño
y le regala alas blancas,
para poder estrenarlas
y la levanta del suelo,
mirando entusiasmada,
desde lo alto del cielo
y volaba...
cayendo una lluvia fina,
que la envolvía ,
el susurro del viento,
le acariciaba
y todo su ser se llenaba,
de alegría retardada,
que aprisionaba fuertemente,
batida a su alma,
en sus pulmones aspirada,
fundiéndola en su cuerpo,
a su corazón agitaba,
saboreándolo todo lento...
(La vida no se trata de sobrevivir a una tempestad, se trata de saber como bailar bajo la lluvia)(...)
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