recuerdos llenos de caricias eternas
y besos que no terminaban nunca,
que se esfumaban como el humo
en una chimenea ardiendo,
sobre una pena sofocada,
la ausencia me enfermaba,
el olvido me maltrataba
y la canción que se convierte,
en persona como si nada,
cantada al compás de fuego salvaje.
La última leña de este invierno.
El último dolor que me quema.
El último verso que te escribo.
(No me hables, si quieres, no me toques, no me conozcas más, yo ya no existo.Yo sólo soy la nada que te acosa y tú eres la muerte que resisto. Julio Cortázar)
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