Recordaré,
aquellos atardeceres infinitos,
en diversos notos rojizos,
que se perdían a los lejos,
de las montañas y su distancia,
con mi pensamiento sin dueño,
queriendo matizarlo con la sombra
del ocaso de ese momento,
dibujándome en el cielo intenso
mezclándome de ello,
deshaciéndome en su colorido
y después lentamente,
pasando de azul oscuro a negro,
evaporándome...
desapareciendo...
(Me encanta hablar de nada, es lo único que sé nada al respecto.
Oscar Wilde)
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