02 marzo, 2014

La lluvia que se queda en mi piel pegada.

Noches oscuras
de puertas cerradas,
sutil pintura plateada
que se va mezclando, absurda
con lluvia que va cayendo
suave, sin prisa, sin ruido,
sobre su velo denso,
de un cielo aún más negro,
se desprenden pequeñas
partículas aún brillantes
que se quedan bailando solas,
casi frías, mojadas,
transparentes,
el agua llora en el suelo,
al aire los suspiros
salpicándose de pisadas,
corriendo, huyendo
hacia ningún destino en concreto.


(¡Qué lejos estamos!
suspiro
¿de qué?
de nosotros mismos.
Gabriel García Marquez)

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